Concentración frente a la Embajada de EE.UU. en Madrid, el pasado 6 de abril.

Concentración frente a la Embajada de EE.UU. en Madrid, el pasado 6 de abril.

“Se han de enterar los asesinos

que no hay precio que compre tu recuerdo

ni silencio que entierre tanto dolor,

tanto crimen, tanta sangre, tanta muerte

tanta vida y tanta tierra desolada”.

Maribel Permuy dedicaba estas y otras palabras a su hijo José Couso, el pasado 6 de abril en Madrid, frente a la embajada de EE.UU., en recuerdo del 10º aniversario de su asesinato en Bagdag.

Forman parte de un poema escrito por su hermano Javier, que también estaba allí, junto a su otro hermano, David, otros familiares y amigos, muchos amigos y compañeros de profesión que una vez más plantaron sus cámaras en el suelo en forma de protesta y apoyo a un proceso judicial que sigue abierto.

Reclaman “investigación y justicia” y la ejecución, por parte de la Interpol, de la orden de busca y captura impuesta por el juez Santiago Pedraz para los tres marines norteamericanos  que desde un carro de combate dispararon contra el Hotel Palestina, donde se alojaban más de 200 periodistas internacionales, y acabaron con la vida de Couso y el periodista ucraniano Taras Protsyuk el 8 de abril de 2003 en Irak.

La periodista Olga Rodríguez, testigo directo de lo que ocurrió aquella fatídica jornada en Bagdag, recordó la importancia de no olvidar aniversarios como el de Couso para “conquistar un espacio de justicia  que nos niegan” dijo. Asimismo hizo hincapié en los logros de estos diez años de lucha, asegurando que, pese a los intentos de silenciarlo, “el caso Couso se estudia hoy en muchas facultades de derecho de Europa” y resaltando que “la familia Couso se acuerda de los cientos de iraquíes que no tienen recursos para luchar ni para hacer ruido mediático”, un hecho que “también les honra”.