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Un instante de la performance de ‘El Profeta Loco’, parroquia de San Carlos Borromeo (Madrid). BF

En España, un país aconfesional por ley pero católico de formación, ‘El Profeta Loco’ plantea el atrevido ejercicio de cuestionar los pilares sobre los que se sustenta esa Iglesia de hoy que ha marcado la educación de tantas generaciones y sigue teniendo demasiado protagonismo en la vida civil.

Si volviera a nacer, ¿Cristo elegiría la opulencia vaticana de la empresa que gestiona su figura o el evangelio a pie de calle de San Carlos Borromeo, en Entrevías? El hecho de que la compañía Avanti Teatro optara por la humilde iglesia vallecana para el preestreno en Madrid, el pasado 8 de abril, da indicios de la intención del montaje.

Cartel de 'El Profeta Loco'.

Cartel de ‘El Profeta Loco’.

Paro, desahucios, machismo, corrupción, injusticia… No se echa en falta ninguna de las lacras contemporáneas en el delirio de Manuel -el personaje-, un hombre que lo ha perdido todo y trata de obtener respuestas poniéndose en la piel del hijo de Dios, quien también, desde su cruz, parece sentirse víctima del poder y la manipulación de los mercados a la que ha sido sometida su figura desde hace más de dos mil años.

Ayer, El Profeta Loco instaló su cruz sobre el altar del Teatro Galileo, donde un enorme Eduardo Velasco llenó por completo el escenario y acabó poniendo en pie a un público en el que la cantaora María Toledo, susurrando a María Magdalena, también emocionó. Al actor de este imprescindible montaje tragicómico le basta un acertado texto con guiños a Calderón, Cervantes, Santa Teresa de Jesús, Nietzsche…, escrito mano a mano con Paco Bernal, para firmar una interpretación con mayúsculas. La música de Jesús Durán hace el resto.

El Profeta Loco es, para devotos o no, una de esas propuestas culturales en las que merece la pena invertir tiempo y cuartos, una luz alternativa a la Semana Santa de esas que hacen grande el teatro.

¿Cuándo?: del 11 al 20 de abril; 7, 14, 21 y 28 de mayo
¿Dónde?: Teatro Galileo, Madrid