“Violencia machista, feminización de la probreza, cosificación del ser humano, esclavitud”… Mabel Lozano habla de ‘Chicas Nuevas 24 horas’ en un estilo tan directo que no deja espacio a las dobles interpretaciones, con la entrega y la energía propias de alguien que se inicia con ímpetu en algo y ve culminado su primer trabajo. Pero no se trata ni mucho menos de su ‘opera prima’. La directora cierra con éste un círculo de tres documentales-denuncia (‘Voces contra la trata’ y ‘Escúchame’) sobre la esclavitud sexual ligada a la trata de personas.
Diez años de trabajo comprometido y no pocas renuncias familiares para dejar al desnudo la cadena de complicidades de un negocio que genera 32.000 millones de euros al año, el tercero más rentable solo por detrás del tráfico de armas y las drogas.
El Proyecto ‘Chicas Nuevas 24 horas’ huye del morbo, como repite por activa y por pasiva Lozano. Aun consciente de que “un tanga y unos tacones venden mucho más” la directora ha pretendido siempre alejarse de lo explícito para destapar lo implícito: la vulneración constante de derechos humanos y la desprotección de la infancia. Es un trabajo pausado y reposado, bien documentado y, por supuesto, arriesgado. Abordar una realidad tan desagradable de nuestra sociedad no es plato de gusto para nadie, y mucho menos para quienes, como consumidores y partícipes, se sientan retratados en este proyecto. El tono de resignación común a los cuatro testimonios de Sofía, Ramona, Estela y Yandi, víctimas de trata, es quizás lo que más estremece y convierte la cinta en absolutamente necesaria para adultos y adolescentes.
El hilo conductor de ‘CN24H’ es una ficticia master class de marketing en la que se ensalza la rentabilidad, el bajo factor de riesgo y la escasa inversión que supone, desde el punto de vista del negocio puro y duro, la comercialización de seres humanos… La actriz argentina Ana Celentano asume el papel de una profesora cuya escalofriante frialdad logra que el espectador se retuerza en la butaca.
A partir de ahí, el documental se acerca con extrema delicadeza al drama vivido por dos mujeres adultas, una adolescente y una niña. Cuatro víctimas del mismo delito, ese tráfico de seres humanos que se ceba en los entornos donde la falta de recursos y la desigualdad de género campan a sus anchas.
– ¿De qué complicidades estamos hablando en la trata de personas?
– De todas. Esto no existiría si no hubiera complicidades de todo tipo. Los gobiernos de los países de origen porque no están dando oportunidades a esas niñas. En Paraguay te encuentras a niñas de 5 años trabajando en los semáforos. ¿En qué las convierte? En muy vulnerables, en carne de cañón. Cuando tienen 15 años tienen que buscarse la vida. Ante un ofrecimiento de un trabajo, ese sueño migratorio, que es lícito, lo aceptan. No las estás dando herramientas para afrontar la vida. ¿Eso de quién es la culpa? De esos gobiernos, sin duda.
Por otro lado está la corresponsabilidad del cliente. Porque efectivamente, detrás de la prostitución, en muchos casos, está la trata y la explotación sexual. Yo no hablo de la voluntariedad, de mujeres mayores de edad que lo eligen. Yo hablo de esclavitud, de cosas completamente diferentes. También el cliente está demandando cada vez niñas más jóvenes. ¿Tú ves prostitución española? Apenas existe. La prostitución es de inmigrantes y un porcentaje muy grande de esas inmigrantes son víctimas de trata y de explotación sexual, es el colectivo más vulnerable. Es facilísimo engañarles. ¡Ven a trabajar a España en un restaurante, te vamos a dar 900 dólares al mes y tú ganas 100 dólares al mes trabajando en el campo 25 horas al día!. Tú dirías que sí también, es muy lícito. Yo hablo de eso, del engaño, del lucro, de la cosificación del ser humano, como una cosa de usar y tirar.
– Otro debate que surge paralelo es el de la igualdad o, mejor dicho, la desigualdad. Porque, ¿las víctimas son mujeres en la mayoría de los casos?
M.L.– Absolutamente. Es una violencia de género. Y cada vez más niñas, más fáciles de engañar que una mujer. Porque tú y yo somos más difíciles de engañar que mi hija Roberta, que tiene 14 años. Es un negocio muy lucrativo donde mayoritariamente son mujeres. Es violencia de género 100%. La raíz es la feminización de la pobreza, es un hecho, y la desigualdad entre hombres y mujeres. Son países donde las mujeres no tienen ninguna posibilidad. En Perú a la infancia no se le considera y en Paraguay están trabajando desde que tienen 5 y 6 años.
– Entonces, ¿se puede atajar en el origen o hay que seguir el recorrido?
– Hay que hacer mucho trabajo en origen pero también en destino. Realmente es una cadena. Cuando yo hablo de este tema, al final todo el mundo saca lo más morboso. Cuando mi discurso es de derechos humanos, yo no te hablo de si la violan dos, tres… yo hablo de la desnudez de derechos. Estamos en un mundo donde las noticias valen un minuto, se consume y se tira.
-Por lo tanto, ¿la igualdad sigue siendo una utopía?
Lo es. Si este documental hubiese estado dirigido por un hombre seguramente hubiera tenido un impacto 50 veces mayor.
– ¿Qué puede aportar ‘CN24h’ al debate sobre la regularización de la prostitución?
– Aporta todo. Porque hay mucho desconocimiento de la trata. En la película no se habla de la prostitución. Se habla de trata, pero detrás está la prostitución y la explotación sexual. CN24H deja muy clara la diferencia entre la voluntariedad y la esclavitud, no deja ninguna duda. Porque el problema es que hablamos de mujeres invisibles. Las víctimas no generan empatía porque no vemos sus rostros, no vemos su piel, no vemos sus ojos. Nos parece como una cosa ajena… Y esto está ocurriendo en nuestras plazas, calles y clubes… CN24H hace un recorrido, que creo que no se ha hecho jamás, porque nunca se ha abordado desde el negocio. Deja clara la relación, el recorrido entre la trata aquí y sus países de origen: niñas que son captadas en Paraguay y luego nos las encontramos en Madrid. Cuando muchos hombres dicen “gracias a que yo pago ellas comen” hay que responder “no, gracias a que tú pagas muchos proxenetas viven fenomenal”.
– Sí, pero algo a lo que habitualmente se agarra el discurso de regularizar la prostitución es que muchas personas la ejercen voluntariamente.
– Fenomenal, pues que se pongan en un epígrafe y que paguen la seguridad social, como tú y como yo. Pero es que no estamos hablando de esas mujeres. No puede ser blanco o negro, a lo mejor hay una tercera solución: la educación. Una de las ideas es que este documental llegue al máximo número posible de institutos y universidades, hacer un movimiento transformador desde la educación, desde la cultura. Y por supuesto generar reflexión. De hecho en Bolivia estrenamos en una universidad, la copia en guaraní para Paraguay va a ir a más de 5.000 colegios…
– Es un tema de ¿oferta y demanda, al final?
– Así termina el documental. Un negocio que genera 32.000 millones de euros al año bajo la única ley de la oferta y la demanda.
– ¿Qué se debe y no se debe hacer en un proyecto documental de este tipo?
– Mucho respeto, mucha seriedad. Se ven documentales que estigmatizan más que ayudan. Yo tengo una documentación de diez años y para este, concretamente, cuatro años de mi vida enteros para conseguir además financiación, porque no solo lo dirijo sino que también lo produzco.
Tras su paso por Cineteca Madrid (4,5 y 6 de septiembre), CN24h será proyectado en Casa América (24 de septiembre), donde se alojará la exposición fotográfica que acompaña este proyecto tan cercano a una de nuestras peores realidades, la de la esclavitud sexual.